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Puntos de Vista


Lo que Jesús desea con ardor

Por: Prof. Pablo Riquelme

Creado el: 20 Septiembre 2022

El 29 de junio de este año, el Santo Padre Francisco ha regalado a la Iglesia una nueva Carta Apostólica: Desiderio Desideravi (en adelante DD), sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios. A través de los 65 artículos del texto, el Papa plantea la necesidad de una auténtica formación litúrgica y de reconocer la importancia del arte de la celebración.

El tipo de documento escogido por el Papa ya nos ofrece un dato. Nos escribió una carta, de tono cercano, amable y sencillo, como un padre que guía a sus hijos, interesado por su crecimiento. Porque DD no es un texto normativo, ni disciplinario, ni dogmático, ni jurídico, sino unas líneas breves y directas que buscan “ofrecer simplemente algunos elementos de reflexión para contemplar la belleza y la verdad de la celebración cristiana” (DD 1).

Quisiera compartir lo que, a mi parecer, constituye el corazón de la Carta. La piedra fundamental, la base firme, la raíz del tronco es la toma de conciencia a la que somos invitados por el Santo Padre al inicio del documento. Tal es así que el primer apartado (n. 2-9) podría ser considerado, si lo leemos con profundidad, despacito, en oración, con la Biblia -entre mate y mate tal vez-, un retiro espiritual.

Permítanme recurrir para esto a la forma de exposición que recomendaba el Papa en Evangelii Gaudium, “una idea, un sentimiento y una imagen” (EG 257):

  • Una idea que se desprende del pasaje evangélico que le da título a esta Carta: Jesús desea con ardor encontrarse con nosotros en las celebraciones. Al sentarse a la Mesa con sus discípulos Él mismo afirmó “He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión” (Lucas 22,15). Es impactante caer en cuenta de que cada vez que surge en nosotros el deseo de ir misa (mientras nos preparamos, nos vestimos adecuadamente, nos peinamos), es el amor de Dios el que nos atrae a la liturgia, a encontrarnos con Él. Afirma Francisco que “nos atrae el deseo que Él tiene de nosotros” (DD 6), deseo de hacernos felices, de curar nuestras heridas, de darnos un sentido para vivir. No acudimos a cumplir un precepto… acudimos respondiendo a su Amor.
  • Un sentimiento: el asombro. Francisco en la Carta lo explica y lo desea para todos los fieles. Si somos conscientes, cada misa debe asombrarnos. Asombrarse quiere decir quedar impactado y conmovido por el inmerecido Amor de Dios que nos da la oportunidad de acercarnos a Él en la liturgia. Asombra descubrir -o recordar- que “la desproporción entre la inmensidad del don y la pequeñez de quien lo recibe es infinita y no puede dejar de sorprendernos” (DD 3). Nadie -repito, nadie- tiene méritos para ser digno de acercarse a Dios, es Él quien, por Amor, se acerca a nosotros en la liturgia. Aún más, a algunos incluso nos permite comer su Cuerpo y beber su Sangre. ¡Miren cuánto nos ama el Señor!
  • Y finalmente una imagen evocada ya en el Evangelio por Jesús (Mateo 22, 1-14) y tomada por el Papa: el banquete de bodas listo y a la espera de los invitados. Ya que la Liturgia es una fuerza de amor poderosa que no puede quedar reservada a unos pocos. Cristo prepara en cada misa una Mesa y desea ardientemente sanar, curar, consolar, cambiar la vida de todos. Ese deseo de Jesús es justamente lo que nos anima a evangelizar -invitar al banquete- para que sean alcanzados por el Señor. El Papa nos alerta: “El mundo todavía no lo sabe, pero todos están invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap 19,9)” (DD 5). Jesús no quiere solo adoradores encerrados en sí mismos, sino personas enamoradas de Él que le cuenten al mundo que Dios no los condena ni los castiga, al contrario, los ama hasta dar la vida en cada celebración.

Que el Señor nos conceda a todos un nuevo entusiasmo por conocer, mejorar y vivir con ardor nuestras celebraciones litúrgicas. Pidamos a Dios recuperar el asombro por el milagro de amor que cada domingo se actualiza en nuestros altares. Que estas breves líneas a manera de muestra gratis nos animen a continuar con la lectura y profundización de esta Carta.-

 

Prof. Pablo Riquelme
Integrante de la Comisión de Liturgia - Diócesis de Lomas de Zamora