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En la Semana Social, monseñor Lugones habló del desarrollo de una economía "con rostro humano”

En el marco de la "Semana Social 2024", el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS), monseñor Jorge Lugones SJ, refirió como central “el desarrollo de una economía con rostro humano” y aseguró que “una sociedad justa es aquella que respeta y promueve la dignidad de todas las personas”, donde “la Iglesia tiene la responsabilidad de ser una voz profética que denuncie las situaciones que la vulneran, como la pobreza, la exclusión, la explotación”.

  • 02 Octubre 2024
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En el marco de la "Semana Social 2024", el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (CEPAS), monseñor Jorge Lugones SJ, refirió como central “el desarrollo de una economía con rostro humano” y aseguró que “una sociedad justa es aquella que respeta y promueve la dignidad de todas las personas”, donde “la Iglesia tiene la responsabilidad de ser una voz profética que denuncie las situaciones que la vulneran, como la pobreza, la exclusión, la explotación”.

Basado en el lema de la Semana Social -"La dignidad humana y el desarrollo integral"- que se desarrolló ayer y hoy en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina ubicada en el barrio de Retiro, en la ciudad de Buenos Aires, monseñor Lugones analizó la “dignidad social” que relacionó con “algunos de los derechos sociales que son indispensables para ver la realización de la dignidad en todos los habitantes de nuestra tierra. Para ello vamos a abordar las múltiples facetas de lo que llamamos economía, donde aparecen el universo del trabajo y la producción, el acceso a la tierra y sus bienes”.

Al argumentar sobre el tema, el obispo señaló que “debemos tener centralmente presente que para la construcción de ese bien colectivo es necesaria la equidad distributiva como herramienta central para la construcción de la paz social. Del mismo modo, debemos tener presente que el logro del equilibrio social y ecológico debe realizarse a partir de los equilibrios macroeconómicos. Sabiendo todos que esa construcción de la paz social que solo surge del equilibrio es el resultado del trabajo digno, en una economía con desarrollo e inclusión”.

“Así, esta economía con rostro humano requiere del trabajo digno como el gran ordenador de la vida humana y la felicidad, entendiendo que la posibilidad de acceder al mismo no es un problema individual; es la consecuencia de un modelo que debe anteponer la producción a la especulación, la distribución a la concentración y el acaparamiento, el bien común a la rentabilidad sectorial”, agregó.

Recordando las palabras del Papa Francisco en el décimo aniversario del Primer encuentro de los Movimientos Populares: “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera, y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y, en definitiva, ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”, advirtió que “uno de los fenómenos que más contribuye a negar la dignidad de tantos seres humanos es la pobreza extrema, ligada a la desigual distribución de la riqueza”.

Otras definiciones del obispo

“Los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien. Es imprescindible que el crecimiento económico esté al servicio del desarrollo humano. Esta es una realidad evidente que, si no se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores. Si no hay políticas, buenas políticas, políticas racionales y equitativas que afiancen la Justicia Social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y el descarte humano se va a extender dejando a su paso violencia y desolación”.

“Es necesario fortalecer las políticas de integración socio urbana que cuiden y preserven a los más pobres para que no siga creciendo exponencialmente entre nuestros sectores más humildes el narcotráfico, la prostitución infantil, la trata de personas, la violencia brutal en los barrios y todas las formas de criminalidad organizada”.

“Es imprescindible también que los espacios tan sabia y generosamente construidos por los movimientos populares no se contaminen con falta de transparencia en el adecuado manejo de los bienes a su cargo. Del mismo modo que se reconozca la participación de las cooperativas de trabajo que tanto construyen a lo largo y ancho de todo nuestro país, estén o no integradas en los movimientos populares oficializados”.

“La Iglesia argentina quiere estar al lado de todos sus dirigentes, reconociendo que este poliedro tiene distintas caras pero un solo cuerpo. Cada uno es valioso por su propia dignidad, cada persona es un “poeta social” cada vez que apuesta por reconocer al otro, especialmente al más caído del camino con caridad fraterna. Deseamos comprometernos como creyentes desde nuestra tarea evangelizadora a crear y a desarrollar en estos tiempos una verdadera pasión por nuestro pueblo, una pasión por la justicia y la equidad y una pasión por el encuentro y la paz de todos los argentinos. Hace 160 años cuando Argentina estaba envuelta en luchas fratricidas, llegaba aquí temporalmente a la iglesia de s. Miguel la imagen histórica de la Virgen de la paz, hoy en la catedral de Lomas de Zamora … Pidamos a la Virgen Reina de la Paz, madre y señora de todo lo creado que siga recreando en su pueblo la pasión por sembrar y regar serenamente, con paciencia y trabajo, lo que otros verán florecer para gloria de Dios y bien de la humanidad” (ver mensaje copleto en adjunto)


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