Una Navidad en la carcel
Como culminación del trabajo pastoral del año, la Pastoral Carcelaria de la diócesis celebró la Navidad en las cárceles federales de Ezeiza y la cárcel provincial Nº 40 de Lomas de Zamora; el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, acompañó ayer la jornada con los encarcelados de la unidad lomense.
- 23 Diciembre 2019
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Como culminación del trabajo pastoral del año, la Pastoral Carcelaria de la diócesis celebró la Navidad en las cárceles federales de Ezeiza y la cárcel provincial Nº 40 de Lomas de Zamora; el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, acompañó ayer la jornada con los encarcelados de la unidad lomense.
“En la capilla estuvo con el grupo de los cuidadores de la casa común, que reciclan botelllas y hacen escobas, entre otras cosas; después entramos al pabellón, rezamos y dio la bendición”, contó Patricia Alonso, coordinadora de la Pastoral Carcelaria local.
La Navidad en Ezeiza
El viernes 20, en diferentes cárceles de ezeiza, fuimos con la Sagrada Familia, los reyes magos, el coro de jóvenes de la parroquia Nuestra Señora de Luján (Longchamps), en el marco de una actividad organizada por la Pastoral Carcelaria de la parroquia Santa Ana de Glew y los responsables de la Pastoral Carcelaria de la diocesis, yo, María Patricia Alonso y Miguel Ángel Gómez.
Comenzamos a las 9:30 en el Complejo 4 de mujeres, allí encontramos a muchas jóvenes visiblemente afectadas por la "maldita " droga a la que nadie se le anima poner un freno, la que va deteriorando sin piedad; pasamos cantando villancicos, los reyes repartiendo los mensajes navideños de la diocesis y golosinas, caminanos bajo la lluvia para ir de un lugar a otro, pero con mucha alegría visitamos el psiquiátrico, el centro de rehabilitación de drogas, y asi transcurrió la mañana y bajo la lluvia que más que mojar, bendecía.
Fuimos a la cárcel de hombres, llevando rostros de esas mujeres sufrientes y rostros también de las personas trans, para ellos también es Navidad, para ellos también llegó el Salvador y asi lo manifestamos al encontrarnos, y al llegar a nuestro nuevo destino ese Jesús preso, al cual fuimos a visitar, nos "primeréo" y Él nos sorprendió a través del padre José Luis Gergolet que nos esperaba con la Eucaristía, y ese era el alimento que necesitábamos para seguir nuestra misión, y Él siguió sorprendiendonos cuando los presos que visita la pastoral carcelaria todo el año nos agradecían, manifestaban lo importante de nuestra presencia, nuestra escucha y a estos agradecimientos se sumó el personal y nos esperaban con regalos hechos por ellos; ya estabamos viviendo nosotros nuestra Navidad, con esta alegría que diluía el cansancio del día, y seguimos nuestro camino, el tramo más triste de lo que teníamos que ver, sin duda, y era llegar a la cárcel de mujeres con la particularidad que allí hay niños, catorce, entre bebés y cuatro años, un niñito de dos años se acercó y bailaba con los villancicos junto con los reyes, y también vimos la vida gestándose, a pesar de su situación de encarcelada y pobreza, esa mujer apostó a la vida, nunca pensó en abortar. Uno de los participantes del pesebre, Sergio, al salir, dijo: "cuando uno está en la calle dice (por los presos ) que se pudran en la cárcel , que no salgan más ... y allí sin droga, ni alcohol, estamos de igual a igual, uno se conmueve y ve que son personas que la han pasado mal en su vida, y yo agrego, sin amor, sin ayuda de nosotros, "los buenos", entre estos muchos estamos en la Iglesia, si, así, "en, dentro...", pero sin pensar que esos presos son hijos de Dios, igualitos que nostros, que ese Niño que nació también lo hizo por ellos; ver a esos niños presos como sus madres me hacía pensar qué seria de ellos si nosotros no hacemos algo por sus papás, por ellos, y qué será de ellos si miramos para otro lado. Sí tengo una certeza: Dios soñó con un mundo sin cárceles cuando creó el mundo, no tomó un día más para crear la cárcel y vió que eso era bueno, no, eso no pasó, y en esta Navidad invito a que recemos por todos quienes están presos y para que nosotros, que decimos conocer a Jesús, podamos tener una mirada misericordiosa sobre esta realidad.
Patricia Alonso