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Quién fue el presbítero Sáenz, que le da nombre al colegio de Lomas de Zamora que cumplirá 100 años

Hace pocos días (el 25 de julio) se cumplieron 199 años de su fallecimiento. Y en este agosto (el 12) se celebrará un nuevo aniversario de, quizá, la obra por la que más se lo recuerda, la creación de la Universidad de Buenos Aires.

  • 01 Agosto 2024
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Hace pocos días (el 25 de julio) se cumplieron 199 años de su fallecimiento. Y en este agosto (el 12) se celebrará un nuevo aniversario de, quizá, la obra por la que más se lo recuerda, la creación de la Universidad de Buenos Aires.

Se trata del presbítero Antonio Sáenz, el mismo que le da nombre al colegio primario dependiente del Obispado de Lomas de Zamora más antiguo y que se prepara para conmemorar en 2025 el centenario de su fundación.  

Quien fue el presbítero Sáenz
Antonio María Norberto Sáenz nació en Buenos Aires el 6 de junio de 1780. Estudió en el Real Colegio de San Carlos, antecesor del actual Colegio Nacional Buenos Aires, donde ingresó a los 15 años. Allí cursó latinidad, filosofía y teología,

En 1801, partió rumbo a Charcas, actual Bolivia, para estudiar en la Universidad de Chuquisaca, y en 1804 se graduó en Cánones, en Teología y luego en Jurisprudencia. Fue compañero de estudios de Mariano Moreno y se matriculó de abogado en la Audiencia de Charcas (actual localidad de Sucre), habiendo recibido de manos del arzobispo de esa ciudad “todas las órdenes hasta el subdiaconado”.

Vuelto a Buenos Aires en 1805, el entonces virrey Rafael de Sobremonte lo nombró catedrático de teología en condición de suplente, y fue designado funcionario de la catedral de Buenos Aires como secretario capitular y notario de la Iglesia. Ordenado sacerdote en 1806, al año siguiente las mismas autoridades le confiaron el empleo de “defensor general de los derechos y acciones de la Santa Iglesia Catedral y del Cabildo Eclesiástico”, conocido coloquialmente como Defensor General de Pobres.

Intervino activamente en la causa revolucionaria. En 1810, desde el Cabildo abierto del 22 de mayo, se declaró por la causa de los criollos, ya que, sostenía, era hora de que el pueblo “asuma su originaria autoridad y derechos”. Fue miembro de la Sociedad Patriótica, representante de San Luis ante la Asamblea del año XIII, redactor del Estatuto provisional del XV (primer esbozo de una constitución), capellán castrense y diputado por Buenos Aires al Congreso de Tucumán, donde firmó el acta de la Declaración de la Independencia, el 9 de julio de 1816. Para destacar es que de los 29 miembros que firmaron el acta, 11 pertenecían al clero (frailes y/o sacerdotes).

Cuando al año siguiente el congreso se mudó a Buenos Aires, Sáenz volvió a ser elegido como representante. La independencia ya estaba consumada, pero dicho congreso tenía nuevamente el carácter de constituyente. Sáenz integró la comisión que se encargaría de redactar el proyecto, y finalmente, el 22 de abril de 1819 se logró sancionar la Constitución, finalmente fallida.

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Luego de varios intentos y durante la gobernación del brigadier general Martín Rodríguez y el apoyo de su ministro de gobierno, Bernardino Rivadavia, se procedió a la fundación de la UBA, ubicada inicialmente en la Manzana de las Luces. Fue así como el domingo 12 de agosto de 1821 se produjo su inauguración oficial, con un acto en la iglesia de San Ignacio, en el que estuvieron presentes, el gobernador, sus ministros, jefes militares, autoridades de la iglesia y profesores. Allí también estaba Sáenz, que fue designado rector.

Más allá del impulso a la educación que traía el gobierno de Rodríguez y su principal ministro Rivadavia, fue Sáenz el que sentó las bases para la creación de la casa de altos estudios. Sostenía que era indispensable “para no caer en una generación de barbarie a que estamos próximos”.

La Universidad funcionaba junto a la biblioteca y el Colegio de San Carlos. Se cursaban las “carreras” de Primeras Letras, Estudios Preparatorios con un docente de lujo, el propio Rivadavia; Ciencias Exactas, Medicina, y Jurisprudencia. La primera inscripción, se recuerda, fue la siguiente: 4 en Medicina, 9 en jurisprudencia, 165 en Ciencias Exactas -estudiantes que venían de las escuelas técnicas consulares- y 150 en Estudios Preparatorios.

Sáenz, el propio rector, estuvo a cargo de las cátedras de Derecho Natural (1822) y de Gentes (1823), y escribió para sus alumnos las “Instituciones Elementales”, convirtiéndose así en el primer autor de la universidad. Además, fue presidente del Departamento de Jurisprudencia, antecesor directo de la Facultad de Derecho. 

Dadas las circunstancias de la época, los sectores más vitales de la nueva institución, fueron la enseñanza primaria y preparatoria. Sáenz destinó toda su atención a la extensión de la educación: ordenó la creación de numerosas escuelas en las ciudades de la campaña, y realizó una gira por la provincia con el objetivo de evaluar la calidad de los colegios. Finalmente, Antonio Sáenz murió ejerciendo sus funciones el 25 de julio de 1825.

“La incorporación de las escuelas de primeras letras a la Universidad, al mismo tiempo que centralizó su dirección, permitió que recuperaran el prestigio que habían ido perdiendo en años anteriores. Ello se debió, fundamentalmente, a la preocupación del doctor Antonio Sáenz, primer rector de la UBA, que incansablemente visitaba las escuelas para estar al corriente de sus necesidades. Su afán de difundir escuelas, preferentemente en la campaña, fue apoyado en todo momento por Rivadavia, lo cual permitió que la educación elemental alcanzase en pocos años una extensión hasta entonces no sospechada”, sostuvo Manuel Horacio Solari.

Cuando se conmemoraban 100 años de su fallecimiento, en 1925, nacía el Instituto Sáenz, el mismo que el año próximo celebrará el centenario de su fundación y que (bien) eligió su nombre en honor del sacerdote que resume perfectamente educación y fe cristiana.-

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