Consagración en el Orden de Vírgenes: “Una maravillosa entrega al Señor en una vida cotidiana”
Antonia Fernanda Bogado, quien será consagrada en el Orden de las Vírgenes, este domingo 22 de septiembre, por el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, expresó su felicidad por vivir “un momento muy importante y clave”, ya que “me voy a unir completamente a lo que es su voluntad para mi vida”.
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Antonia Fernanda Bogado, quien será consagrada en el Orden de las Vírgenes, este domingo 22 de septiembre, por el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, expresó su felicidad por vivir “un momento muy importante y clave”, ya que “me voy a unir completamente a lo que es su voluntad para mi vida”.
Al invitar a la misa de su consagración, Bogado recuerda sus inicios en la Legión de María (en la parroquia Nuestra Señora de Itatí, Banfield), el acompañamiento para el discernimiento de los sacerdotes, entre ellos, los padres Mirko Grbec y Arnaldo Villalba, y explica qué es el Orden de Vírgenes, una vocación “de los primeros siglos que muchos no la conocen” y “una maravillosa entrega al Señor en la vida cotidiana”.
"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá" (Mt. 7, 7), es el lema elegido por Bogado, quien será consagrada en el marco de una misa que se oficiará en la parroquia Nuestra Señora de Luján (Andrés Bello 161, Banfield) desde las 11:30.
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(21 de agosto) El obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, consagrará en el Orden de las Vírgenes a una joven de la parroquia Nuestra Señora de Luján (Banfield): Antonia Fernanda Bogado.
La consagración se realizará en el marco de una misa solemne que tendrá lugar el 22 de septiembre desde las 11:30 en el templo parroquial ubicado en Andrés Bello 161, Banfield. El lema elegido es: "Pidan y se les dará, busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá" (Mt. 7, 7)
Con su consagración, Bogado manifestará públicamente “el propósito santo de seguir más de cerca a Cristo” y así celebrará “desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios”, con el compromiso de entrega al servicio de la Iglesia, de acuerdo al Canon 604 del Código de Derecho Canónico.
A variados ministerios, carismas o formas de vida consagrada en la vida de la Iglesia (sacerdocio, diaconado, religiosas/os, laicos consagrados, etc.), las vírgenes consagradas son “uno de los tesoros más preciosos dejados como herencia a la Iglesia por su Fundador”, señala el Papa Pío XII, en su carta encíclica Sacra Virginitas, “Sobre la sagrada virginidad” (1954)
Más reciente, en 2018, la Instrucción “Ecclesiae Sponsae Imago” sobre el “Ordo virginum” sostiene que “desde los tiempos apostólicos, esta expresión del Misterio de la Iglesia (“La imagen de la Iglesia Esposa de Cristo”) ha encontrado una manifestación totalmente peculiar en la vida de aquellas mujeres que, correspondiendo al carisma evangélico suscitado en ellas por el Espíritu Santo, con amor esponsal, se han dedicado al Señor Jesús en virginidad, para experimentar la fecundidad espiritual de la íntima relación con Él y ofrecer los frutos a la Iglesia y al mundo”.
Fundamentos históricos de una consagración especial
El Orden de las Vírgenes (Ordo Virginum) de la Argentina expresa: “Cristo fue virgen, nacido de Madre virgen. Su doctrina sobre la virginidad es explícita. Ya desde los comienzos de la Iglesia, junto a los apóstoles, hubo mujeres que se propusieron seguir a Cristo con más libertad e imitarlo más de cerca, y cada una a su manera llevaron una vida consagrada a Dios”. Y prosigue: “Allí surgieron en los comienzos de la Iglesia, con el esplendor de sus virtudes y con la actividad de su apostolado. Su máxima gloria era amar a Cristo con todo su ser virginal, dedicándole su vida entera”.
“Ellas, junto con los mártires (muchas también lo fueron) fueron el testimonio irradiante de la vida de Cristo en el mundo, el reflejo más claro de su vida y la manifestación maravillosa de su Espíritu. Eran la expresión viva de la fe y el testimonio luminoso de la vida futura”.
Con todo, “las vírgenes consagradas, por medio de las obras de penitencia y misericordia, se dedican al dinamismo apostólico y la oración santa según su situación y carisma, unidas en espíritu filial al obispo diocesano. Cumplen su ministerio de oración rezando por la Iglesia, de la cual son signos, participan diariamente de la Eucaristía y recitan la Liturgia de las Horas, intercediendo así por la salvación del mundo”.
Y agrega: “El servicio a la Iglesia es fruto de la disponibilidad de la consagrada, lo cumple también realizando sus tareas cotidianas, familiares y profesionales, con la intención y el espíritu de Iglesia, sabiendo que la enriquece con toda obra rectamente realizada y con su unión vital con Cristo”.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en los puntos 922, 923 y 924 (Primera Parte, Segunda Sección, Cap 3, Art 9, Párrafo 4) refiere a “Las vírgenes y las viudas consagradas”:
- Desde los tiempos apostólicos, vírgenes (Cf. 1 Co 7, 34-36) y viudas cristianas (Cf. Vita consecrata, 7) llamadas por el Señor para consagrarse a El enteramente (cf. 1 Co 7, 34-36) con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de espíritu, han tomado la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad o de castidad perpetua "a causa del Reino de los cielos" (Mt 19, 12) (922)
- "Formulando el propósito santo de seguir más de cerca a Cristo, [las vírgenes] son consagradas a Dios por el Obispo diocesano según el rito litúrgico aprobado, celebran desposorios místicos con Jesucristo, Hijo de Dios, y se entregan al servicio de la Iglesia" (CIC, can. 604, 1). Por medio este rito solemne ("Consecratio virginum", "Consagración de vírgenes"), "la virgen es constituida en persona consagrada" como "signo transcendente del amor de la Iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de esta Esposa del Cielo y de la vida futura" (Ordo Cons. Virg., Praenot. 1) (923)
- “Semejante a otras formas de vida consagrada" (CIC, can. 604), el orden de las vírgenes sitúa a la mujer que vive en el mundo (o a la monja) en el ejercicio de la oración, de la penitencia, del servicio a los hermanos y del trabajo apostólico, según el estado y los carismas respectivos ofrecidos a cada una (OCV., Praenot. 2). Las vírgenes consagradas pueden asociarse para guardar su propósito con mayor fidelidad (CIC, can. 604, 2) (924)
Para consagrar en el Orden de las Vírgenes, a saber, hay un rito específico que entró en vigor en la Iglesia universal en enero de 1971. De este modo, “la persona queda constituida en persona sagrada, y es elevada a la condición de esposa, unida con un vínculo indisoluble al Hijo de Dios, signo trascendente del amor de la Iglesia hacia Cristo, imagen escatológica de la Esposa celeste y de la vida futura”.
Según la agencia AICA, el Ordo Virginum cuenta con más de 5.000 integrantes en todo el mundo, de las cuales aproximadamente 1.000 están en América, siendo México, la Argentina y Brasil los países con el mayor número de vírgenes consagradas.
En Argentina hay más de 200 vírgenes consagradas. Con la consagración de Bogado, la diócesis de Lomas de Zamora tendrá dos: la otra es Adriana Catalina Segovia OCV, consagrada en 2017 en la parroquia Nuestra Señora de Itatí (Banfield). Y no se puede olvidar a Claudia Páez OCV, la primera virgen consagrada de la Iglesia diocesana, ya fallecida.
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