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Los 50 años de la R.C.C. en el día de Pentecostés

 
En el día de la solemnidad de Pentecostés, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió una misa esta noche en ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica (R.C.C.).

  • 04 Junio 2017
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En el día de la solemnidad de Pentecostés, el obispo diocesano, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió una misa esta noche en ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica (R.C.C.).


La celebración eucarística se llevó a cabo en el gimnasio del Parque Municipal de Lomas de Zamora, y contó con la presencia de numerosos grupos de la R.C.C. de las parroquias de la diócesis y de autoridades del Municipio lomense, entre ellas, el secretario de Cultura y Comunicación, Federico Otermín, y el director de Culto, Daniel Centeno.

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Los 50 años de la R.C.C.

Antes de la misa hubo alabanzas, enseñanzas y orientaciones del presbítero José Andrés Aquino, asesor diocesano de la institución, quien había anticipado que “oraremos por nuestra diócesis y cerraremos el encuentro con la misa, pidiendo una nueva efusión, un nuevo Pentecostés para toda nuestra diócesis”.

Qué dijo el Obispo sobre Pentecostés y la R.C.C.

En su homilía, el obispo señaló que “el Espíritu Santo nos acompaña, y si él está con nosotros, nos va a fortalecer, nos va a animar, dar paz interior, fortaleza para salir y la ciencia necesaria para compartir el evangelio”. En este sentido, pidió “que el Espíritu Santo nos anime a llegar a esas periferias existenciales y geográficas que en nuestra Iglesia diocesana están esperando esta palabra de amor, y están esperando con hambre que les partamos el pan de la Buena Noticia del evangelio”.


De la Renovación Carismática, de la cual -rememoró monseñor Lugones- “siendo párroco en el norte, veía el servicio que le brindaban a los enfermos, que por lo general no eran contenidos en otra parte”, destacó “el trabajo silencioso, inspirado por el Espíritu, alegre, confiado y animoso, pero además constante”, al tiempo que advirtió que “tiene que asumir una misionalidad kerigmática”.


Recordó los inicios como “esa corriente de aire fresco que soplaba desde el norte como una renovación, una renovación en el espíritu que animaba a dar pasos nuevos, nos acercaba y nos hacía encontrarnos de otro modo, de un modo más humano y cercano, y esto tenemos que dar gracias y valorarlo”. Y agregó: “Estamos en un punto y un momento de renovarnos nuevamente, o sea, reencontrarnos, asi como en los inicios los primeros miembros se encontraban con su prójimo, necesitamos reencontrarnos; tal vez no perdimos el fervor, el entusiasmo, pero el tiempo desgasta y la R.C.C. necesita ser renovada”, indicó.

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“Da la impresión que a través del tiempo los carismas se metieron para adentro, y los carismas son para dar, no para un bien personal o de grupo, sino para ponerlos al servicio de la Iglesia, y la clave de la nueva renovación está acá: caminar hacia una renovación kerigmática, porque si no podemos quedarnos empantanados y encerrarnos nuevamente. Pero necesitamos una renovación en salida”, manifestó.

En la edición de junio de Eclesia, una nota especial sobre las Bodas de Oro de la Renovación Carismática: historia, razón de ser y desafíos.