Una misa crismal histórica para la diócesis de Lomas de Zamora
En la catedral Nuestra Señora de la Paz, el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió esta mañana la misa crismal, que fue concelebrada por los obispos auxiliares, monseñor Jorge Torres Carbonell y monseñor Ignacio Medina, y el párroco de la catedral y vicario general, presbítero Hugo Barrios.
- 28 Mayo 2020
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En la catedral Nuestra Señora de la Paz, el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, presidió esta mañana la misa crismal, que fue concelebrada por los obispos auxiliares, monseñor Jorge Torres Carbonell y monseñor Ignacio Medina, y el párroco de la catedral y vicario general, presbítero Hugo Barrios.
En cumplimento del aislamiento social, preventivo y obligatorio, solo los cuatro sacerdotes -los tres obispos y el vicario general- celebraron la tradicional misa del Jueves Santo que en su momento, en el marco de la Semana Santa, no pudo ser oficiada.
La misa crismal
No obstante, los obispos auxiliares y el párroco local renovaron ante monseñor Lugones sus promesas de ordenación, y luego el titular diocesano consagró el santo crisma y bendijo los óleos de los catecúmenos y de los enfermos que se utilizarán para la celebración de los sacramentos a lo largo del año en las parroquias.
En su homilía, monseñor Lugones deseó a los sacerdotes “que sean felices en su ministerio presbiteral”, y les agradeció la labor “por calmar la sed de Dios en este tiempo de aislamiento” y “por la ayuda y el acompañamiento que recibimos los obispos de ustedes, en la tarea pastoral encomendada”.
Texto completo de la homilía
Al reconocer que “hemos pasado y estamos atravesando un tiempo de mucho dolor tratando de consolar, acompañar, cuidar, animar a muchos”, el obispo amplió su concepto: “La soledad ha sido muy difícil para muchos. La pérdida de amigos y familiares, sin poder despedirlos como acostumbramos, nos ha generado una tristeza, desilusión y angustia mayor, pero a su vez muchos hemos sentido el consuelo de la Iglesia, que es madre, que acompaña y no abandona, que ofrece y reza, que confía y se une como pueblo de Dios confesando su amor por Jesucristo Resucitado”.
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