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Monseñor Lugones visitó al Papa Francisco: carta a la diócesis de Lomas de Zamora

El obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, visitó recientemente al Papa Francisco, con quien compartió la realidad de la Iglesia diocesana.

  • 04 Mayo 2024
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El obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, visitó recientemente al Papa Francisco, con quien compartió la realidad de la Iglesia diocesana.

En el marco de un viaje por los 25 años de su ordenación episcopal, que se conmemorará el próximo 30 de julio, monseñor Lugones además hizo sus ejercicios espirituales ignacianos en Manresa (Barcelona, España), donde se encuentra la Cueva de San Ignacio. Monseñor Lugones, cabe recordar, pertenece a la Orden de San Ignacio, más conocida como la orden de los jesuitas (SJ).

A su regreso, y un día antes de la misa que presidirá mañana domingo 5 de mayo en la basílica de Luján, comparte una carta a la diócesis donde cuenta también, entre otras cosas, un importante cambio luego de un discernimiento personal.

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CARTA DE MONSEÑOR LUGONES A LA DIÓCESIS

Querida comunidad diocesana:

En el marco de los 25 años de mi ordenación episcopal, quería compartirles que hice un viaje a Roma, y luego a Barcelona, España, y más concretamente en Manresa, donde hice mis ejercicios espirituales en la Cueva de San Ignacio.

En Roma estuve dos días, me alojé en la casa de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José, las mismas que han fundado en nuestra diócesis el colegio San José de San Vicente, y a quienes agradezco porque me han dado una hospitalidad muy grata.

Visité el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto es el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández. El Dicasterio, a saber, es un organismo de la Curia Romana, que tiene la misión de “ayudar al papa y a los obispos a proclamar el Evangelio en todo el mundo, promoviendo y tutelando la integridad de la doctrina católica sobre la fe y la moral, sobre la base del depósito de la fe y también buscando una comprensión cada vez más profunda de esta ante nuevos interrogantes”.

Y lo más importante fue la visita al Vaticano y el encuentro con el Papa Francisco. Con el Santo Padre estuve una hora hablando, él está bien, no de su locomoción, pero sí muy lúcido. Compartimos la situación social, política y económica de la Argentina; también le compartí mi discernimiento personal que he ido haciendo en los últimos años y que ha terminado con el deseo y la concreción de tener mi domicilio en la localidad lomense de Fiorito.

El Santo Padre me alentó y se puso muy contento; además, compartimos la situación diocesana: los agentes de pastoral, la demografía, el número de habitantes y cómo se compone la economía de la diócesis, el camino sinodal que estamos haciendo, la situación del clero, el Seminario, la renovación del Consejo diocesano de Pastoral y la realidad del Consejo económico.

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Luego viajé a Barcelona, a una localidad del interior llamada Manresa, donde San Ignacio hizo en una cueva los ejercicios espirituales. Allí, yo hice mis ejercicios espirituales, alojándome en la casa de las Hijas de San José, de la misma familia de religiosas de Burzaco. Comía y vivía allí, y todos los días iba a hacer mis ejercicios de oración y silencio a la Cueva de San Ignacio.

Tuve la dicha que el capellán de las hermanas es el arcipreste (vicario) de pastoral de la zona, y en vísperas de la fiesta de la Virgen de Montserrat, patrona de Cataluña y más conocida como “la Moreneta” o Virgen Morena, me invitó a concelebrar una misa en el monasterio benedictino: presidió el obispo de Andorra y concelebraron también el obispo de Tortosa y dos abades, el abad emérito y el abad actual. La misa fue en catalán, y el lugar que me tocó a mí en el Canon lo hice en castellano.

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Terminado los ejercicios volví a Barcelona y me alojé en el arzobispado con una generosidad y una hospitalidad muy fina del arzobispo, el cardenal Juan José Omella, sus dos obispos auxiliares y su secretario Marcos.

El domingo fui a la basílica de La Sagrada Familia, donde presidí la misa internacional en español y en la que participaron unas mil personas; luego pude visitar de manera guiada toda la basílica y, por la tarde, el cardenal Omella me invitó a concelebrar la misa por un nuevo aniversario de la organización de San Egidio en la catedral basílica de Santa María del Mar, una catedral del año 1300, que quizás alguno la conoce por una serie de televisión.

Muy agradecido a Dios y a la Virgen Santísima por esta experiencia de espiritualidad, he regresado a la Argentina y ya estoy en la diócesis, y este domingo 5 de mayo compartiremos la peregrinación a nuestra Madre de Luján, a la cual, el cardenal Omella me pidió que lo encomiende.

Monseñor Jorge Lugones SJ
Obispo de la diócesis de Lomas de Zamora

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