El "Día del diácono"
En el día de la memoria de San Lorenzo, mártir y patrono de los diáconos, el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones sj, presidió esta noche una misa de acción de gracias en la catedral Nuestra Señora de la Paz con todos los diáconos permanentes.
A la Eucaristía que concelebraron los obispos auxiliares, monseñor Jorge Vázquez y monseñor Jorge Torres Carbonell, y los sacerdotes presentes, asistieron las esposas de los diáconos permanentes y los acólitos que este sábado 13 serán ordenados en la misma iglesia catedral.
Homilía de monseñor Jorge Lugones sj. (desgrabación)
Damos gracias con la Iglesia en este día por esta vocación al ministerio del Orden en el primer grado, que nosotros tenemos.
La vocación del diácono permanente es una vocación especial, porque tiene un compromiso tomado con antelación, que es el matrimonio, por eso, si el diácono permanente no puede sostener a su familia, no podrá servir a los demás. Como dice el Apóstol, cómo podrá administrar las cosas más grandes, si las más pequeñas no puede hacerlas.
No es fácil la vocación diaconal en medio del mundo, pero sí asistido por la gracia del Espíritu Santo.
Y este es el testimonio de San Lorenzo mártir. San Lorenzo fue un diácono, que quiere decir “servidor”, y mártir, que quiere decir “testigo”, un testigo del amor. Hoy en día, la sociedad no nos muestra muchos testigos del amor, porque el hombre vive, como dice el Papa, un individualismo, pero la Palabra de Dios nos propone otra cosa.
Francisco en muchas homilías dice que no nos guardemos, no reservarnos, sino gastarnos y desgastarnos por el Reino. Y esto en el diácono permanente tiene una doble exigencia, porque tiene que atender a su familia, su trabajo, las cosas del mundo, y además el servicio en la caridad.
El diácono permanente tiene el triple oficio de santificar, enseñar, y administrar. A San Lorenzo le encargaron administrar los tesoros de la Iglesia, no materiales, sino la atención de los pobres. Qué lindo testimonio el de ocuparnos de los pobres, de conocerlos, acercarnos a ellos; hoy tenemos pobres y excluidos de la vida y de la Palabra de Dios, porque mucha gente reza en su casa, pero ojalá podamos animar sus vidas y profundizar su propia espiritualidad con la Palabra, con el Evangelio.
Así como alguna vez los invité para que me vengan a buscar para ir a ver algún enfermo, y muchos lo han hecho, ojalá que cuando tengan un grupo “R.E.D.d.” (Reflexión Evangélica Diocesana domiciliaria) me vengan a buscar para conocer esos grupos, que compartirán el evangelio como los primeros cristianos.
“Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (..) El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre” (Juan 12, 20-26).
El evangelio nos habla hoy del grano de trigo que cae en tierra y muere. Como el grano de trigo, a veces hay que morir a otras cosas, gustos, y como dice el evangelio, seguir al Señor.
Y nuestra recompensa será el abrazo del Padre. Los que entregamos la vida por Jesús, la recompensa, no está en este mundo. Si nos agradecen, seremos bendecidos, pero la recompensa es la esperanza.
Esta es nuestra esperanza: trabajamos por el Reino y nos desgastamos por el Reino con esta esperanza de ser abrazados por Jesús.
Le pedimos a San Lorenzo ser testigos servidores del amor, en un mundo que un poco se ha despoetizado, porque ha perdido muchas veces este gozo, esta estética de reconocer al otro, no por la apariencia, sino porque es una persona, por la dignidad de la persona humana, hijo de Dios. Y que el santo nos enseñe este camino del abajamiento, como el grano de trigo que debe morir, para ser testigos creíbles del amor.-
- 10 Agosto 2016
- 2829 visitantes
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En el día de la memoria de San Lorenzo, mártir y patrono de los diáconos, el obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones sj, presidió esta noche una misa de acción de gracias en la catedral Nuestra Señora de la Paz con todos los diáconos permanentes.
A la Eucaristía que concelebraron los obispos auxiliares, monseñor Jorge Vázquez y monseñor Jorge Torres Carbonell, y los sacerdotes presentes, asistieron las esposas de los diáconos permanentes y los acólitos que este sábado 13 serán ordenados en la misma iglesia catedral.
Homilía de monseñor Jorge Lugones sj. (desgrabación)
Damos gracias con la Iglesia en este día por esta vocación al ministerio del Orden en el primer grado, que nosotros tenemos.
La vocación del diácono permanente es una vocación especial, porque tiene un compromiso tomado con antelación, que es el matrimonio, por eso, si el diácono permanente no puede sostener a su familia, no podrá servir a los demás. Como dice el Apóstol, cómo podrá administrar las cosas más grandes, si las más pequeñas no puede hacerlas.
No es fácil la vocación diaconal en medio del mundo, pero sí asistido por la gracia del Espíritu Santo.
Y este es el testimonio de San Lorenzo mártir. San Lorenzo fue un diácono, que quiere decir “servidor”, y mártir, que quiere decir “testigo”, un testigo del amor. Hoy en día, la sociedad no nos muestra muchos testigos del amor, porque el hombre vive, como dice el Papa, un individualismo, pero la Palabra de Dios nos propone otra cosa.
Francisco en muchas homilías dice que no nos guardemos, no reservarnos, sino gastarnos y desgastarnos por el Reino. Y esto en el diácono permanente tiene una doble exigencia, porque tiene que atender a su familia, su trabajo, las cosas del mundo, y además el servicio en la caridad.
El diácono permanente tiene el triple oficio de santificar, enseñar, y administrar. A San Lorenzo le encargaron administrar los tesoros de la Iglesia, no materiales, sino la atención de los pobres. Qué lindo testimonio el de ocuparnos de los pobres, de conocerlos, acercarnos a ellos; hoy tenemos pobres y excluidos de la vida y de la Palabra de Dios, porque mucha gente reza en su casa, pero ojalá podamos animar sus vidas y profundizar su propia espiritualidad con la Palabra, con el Evangelio.
Así como alguna vez los invité para que me vengan a buscar para ir a ver algún enfermo, y muchos lo han hecho, ojalá que cuando tengan un grupo “R.E.D.d.” (Reflexión Evangélica Diocesana domiciliaria) me vengan a buscar para conocer esos grupos, que compartirán el evangelio como los primeros cristianos.
“Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (..) El que quiera servirme, que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre” (Juan 12, 20-26).
El evangelio nos habla hoy del grano de trigo que cae en tierra y muere. Como el grano de trigo, a veces hay que morir a otras cosas, gustos, y como dice el evangelio, seguir al Señor.
Y nuestra recompensa será el abrazo del Padre. Los que entregamos la vida por Jesús, la recompensa, no está en este mundo. Si nos agradecen, seremos bendecidos, pero la recompensa es la esperanza.
Esta es nuestra esperanza: trabajamos por el Reino y nos desgastamos por el Reino con esta esperanza de ser abrazados por Jesús.
Le pedimos a San Lorenzo ser testigos servidores del amor, en un mundo que un poco se ha despoetizado, porque ha perdido muchas veces este gozo, esta estética de reconocer al otro, no por la apariencia, sino porque es una persona, por la dignidad de la persona humana, hijo de Dios. Y que el santo nos enseñe este camino del abajamiento, como el grano de trigo que debe morir, para ser testigos creíbles del amor.-